Caer… para poder volver a levantar
Aunque llevo años viviendo en el extranjero y mi éxodo coincidió con el momento álgido de la crisis en España, siempre me he considerado una “emigrante voluntaria”, movida por la curiosidad de saber cómo funcionan las cosas en otros países, aprender nuevos idiomas y conocer otros modos de vida.
Durante estos años he conocido a muchas otras personas que decidieron arriesgarse a dar un salto y probar suerte en otros países mientras que la crisis económica se apaciguaba y el mercado laboral se reactivaba.
Los comienzos en un país extranjero siempre son duros. Aunque pasen los años, uno no se llega a mezclar del todo con las nuevas circunstancias y nunca deja de echar de menos lo que dejó tras sí. Sin embargo, los que consiguen crear unos cimientos lo suficientemente estables, experimentan una fase sorprendente: empiezan a ver su país con otros ojos, se aíslan de los problemas diarios que ya no les afectan de forma directa y adquieren una posición más neutral ante los conflictos.
Además, el intercambio de opiniones con personas que no pertenecen a tu mismo país, una vez superados los tópicos absurdos, enriquece y permite ver la realidad desde otra perspectiva que hasta ahora era desconocida.
En el caso de la crisis económica, las personas que terminamos nuestra formación coincidiendo con los momentos más duros de la recesión hemos oído frecuentemente expresiones del tipo la generación más preparada de la historia, la generación perdida, fuga de talentos, etc. refiriéndose a nosotros y a la falta de oportunidades que el país ofrecía.
Todas las crisis, ya sean a nivel personal o profesional de un individuo o de una región suelen ser devastadoras. Pero como dijo Jose Luis Sampedro, “es tocando fondo, aunque sea en la amargura y la degradación, donde uno llega a saber quién es, y donde entonces empieza a pisar firme”. Sólo siendo consciente de nuestros errores y sufriendo las consecuencias somos capaces de pararnos, hacer un análisis de la situación y poder así pensar en mejorar.
Todos conocemos los aspectos negativos de la crisis, porque llevamos años viviéndolos y hablando de ellos. Sin embargo, hoy me gustaría cambiar de prisma y escribir sobre las consecuencias positivas de la crisis, analizadas a posteriori y desde la visión de un miembro “de la generación perdida”.
Algunas consecuencias positivas de la crisis
1. Do you speak english? – Superar las barreras básicas del inglés
A pesar de oír comentarios como que éramos la generación más preparada de la historia, lo cierto es que nuestro nivel de inglés y de internacionalización era de los más bajos de Europa.
Cuando explotó la burbuja, muchos no dudaron en salir fuera para mejorar su inglés o algún otro idioma y ganar una experiencia internacional, aunque fuera en un trabajo diferente a la especialidad estudiada.
Por poner algún ejemplo, sólo entre mi círculo cercano conozco personas que trabajaron como au pair en Dublin, testeadora de videojuegos en Glasgow, vendedora en mercadillo de navidad en Londres, camarero en Liverpool, recepcionista de hotel en París… Yo misma estuve unos meses trabajando como dependienta en una tienda de zumos naturales en Stuttgart; experiencia que aún recuerdo como divertida y que me permitió practicar a diario alemán.
La mayoría éramos ingenieros, licenciados en derecho o en económicas. Es cierto que cuando terminamos la carrera y después de tanto esfuerzo nos habría gustado salir cobrando un buen sueldo como las generaciones anteriores. Sin embargo, con el paso de los meses todas estas personas consiguieron buenos puestos en varios países de Europa, puestos probablemente mejores que los que aspirábamos quedándonos en España. Y esto fue gracias a la inversión en inglés y a la expansión de nuestros horizontes.
Todas estas personas perdieron el miedo a lo desconocido, a empezar de nuevo y a lanzarse a la aventura.
Igual que mis amigos conozco a mucha gente que hizo lo mismo. Además, ¿cómo se podía estar hablando de la generación más preparada de la historia, cuando la mayoría no sabía ni pedir un café en un restaurante en el extranjero?
2. Viajar y conocer mundo
Cuando el gusanillo de viajar se despierta, es muy difícil hacer que vuelva a dormir.
Y en este aspecto, muchos países europeos nos llevaban ventaja en la internacionalización de sus empresas y en las ganas de viajar y conocer nuevos lugares en su tiempo privado.
Algo que me sorprendió mucho al empezar a trabajar en Alemania, es que la mayoría de los compañeros de mi misma edad habían estado prácticamente en todos lados. Ya fuera como mochileros en el sudeste asiático o en Australia o de compras en Nueva York, me parecieron increíbles las ganas de viajar que tenían siempre. Y no sólo las personas con buenos puestos de trabajo, sino de todas clases, edades y niveles adquisitivos.
Y las ganas de viajar son muy contagiosas, así que en unos meses me vi haciendo viajes que hasta el momento, simplemente, nunca se me habrían ocurrido.
En mi opinión, lo más importante de viajar no es sólo ver nuevos paisajes y probar cosas diferentes de comer. Cuando se empieza a vivir en un país diferente, se desarrolla una sensibilidad especial para darse cuenta de la forma que otras culturas tienen de hacer las cosas. Se trasciende a la primera reacción de pensar lo mío es mejor y se obtienen otros puntos de vista y otras perspectivas, que te enriquecen como persona y te dan la capacidad de pensar de un modo más abierto.
Además, aunque a nadie le guste reconocerlo, muchas cosas se hacen mejor en otros países, por su tradición o su manera histórica de enfocar el problema.
Muchas de las prácticas que he visto trabajando en varios países del extranjero mejoraban de alguna manera mi modo de trabajo. Y es que una de las reglas básicas de todo negocio es observar lo que triunfa, adoptar las fórmulas y mejorarlas.
Ampliar nuestros horizontes nos ha permitido darnos cuenta de muchas cosas que funcionan mejor en otros lugares y traer las buenas prácticas de vuelta a nuestro país.
3. Aprender a valorar lo propio
El poeta Joaquín Batrina escribió:
Oyendo hablar un hombre, fácil es
saber dónde vio la luz del sol.
Si alaba Inglaterra, será inglés
Si os habla mal de Prusia (Alemania), es un francés
y si habla mal de España… es español.
¿Alguna vez lo has oído?
Yo pensaba que era normal que todo el mundo criticara su situación propia hasta que salí de España. Pero no es así.
A pesar de que hay que estar ciego para no ver que algunas cosas en España podrían hacerse mejor, cuando se lleva un tiempo en el extranjero uno se convierte en embajador de su país.
Antes solía criticar lo mal que iban en España algunas cosas. Pero no es lo mismo oír estos comentarios de alemanes, holandeses o ingleses que tomando unas cañas con los amigos.
Se dice que el emigrante siempre añora e idealiza la patria.
Y como yo, tengo amigos que en España no paraban de quejarse de lo mal que iba todo y que ahora defienden con puños incluso lo indefendible.
Además, no hay nada como la satisfacción de gastarse dinero en España cuando se va de vacaciones y pensar ingenuamente que se está ayudando a levantar el país. O hacer como algunos amigos, que sólo compran productos españoles en el supermercado, aunque al lado haya una caja de tomates holandeses más baratos y con mejor pinta.
Un poco de patriotismo y de valorar nuestra tierra seguro que pueda ayudarnos a olvidar nuestras raíces cainitas.
4. Dime de lo que presumes y te diré lo que careces. Trabajar la humildad
Por el contrario, no queda más remedio que ejercitar la humildad cuando te preguntan por vez 500 por la situación precaria de tu país, la pobreza, la corrupción o el alto nivel de desempleo.
Normalmente siempre nos gustaría hablar de lo maravilloso que es nuestro país, pero como embajadores en los que nos convertimos, resulta inevitable tener que agachar la cabeza cuando alguna noticia vergonzosa trasciende las fronteras de tu país natal.
Pero un poco de humildad no viene mal a nadie. Aceptar nuestros errores (como nación), también nos ayuda a verlos con mayor claridad y a poder pensar en soluciones.
Por otra parte, existen muchas falsas creencias en España de que nuestros profesionales son los más demandados o nuestras universidades las que preparan mejor a las personas. Ejemplos de estas creencias son:
- Creencia: en el resto de Europa están muy buscados los médicos, enfermeros y personal sanitario de España por la buena educación que se les da en nuestro país. Realidad: el sistema sanitario español es muy deficiente en su gestión y aunque la formación sea buena, los profesionales acaban aceptando trabajar en el extranjero por muy poco dinero. Y en ningún caso un alemán o un inglés piensan que nuestros médicos son mejores, si usan nuestro sistema es porque pueden aprovecharse de algunos procedimientos que en sus países les costaría más tiempo y además en muchos casos la atención acaba siendo gratuita.
- Creencia: nuestro sistema de oposiciones para abogados es el mejor de Europa y está muy bien considerado. Realidad: en Europa prácticamente nadie conoce nuestro sistema opositorio y los abogados que conozco que están familiarizados con él piensan que es demasiado teórico y sin demasiada aplicación práctica. En Europa, los abogados mejor considerados son los alemanes.
- Creencia: nuestras carreras técnicas son mucho más difíciles, los ingenieros se enfrentan a problemas más complejos y entrenan su capacidad de pensar, lo que les convierte en mejores profesionales. Realidad: la dificultad de las carreras es desmedida, lo que empequeñece y frustra a los estudiantes y su poca aplicabilidad práctica y especialización dificulta la empleabilidad en el resto de Europa. Como resultado, la mayoría de los alumnos no saben a qué quieren dedicarse cuando acaban.
¿Has oído alguno de estos mitos?
Lo cierto es que en lo que destacábamos los españoles hasta ahora a nivel europeo era en las horas de sol, la playa, la paella, la corrupción y el desempleo.
Es imposible reformar un sistema cuando se piensa que es el mejor que existe. Cuanto antes seamos conscientes de nuestras carencias, antes podremos centrarnos en corregirlas.
Con esto no quiero decir que en el resto de Europa sean mejores que nosotros, todo lo contrario, considero a los profesionales españoles como muy preparados. Pero tenemos una cierta tendencia a creernos mejores que los demás, que no nos deja centrarnos en las cosas importantes.
En resumen…
Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias (Albert Einstein)
Aventurarse a dejar las comodidades del hogar y de lo conocido ha sido un reto, pero ha venido cargado de oportunidades.
Tanto a nivel personal como empresarial, hemos visto que vivimos en un mundo que cada vez es más pequeño y global en el que es necesario relacionarse para avanzar y hemos aprendido que somos capaces de enfrentarnos a lo desconocido y salir victoriosos.
Cuanta razon y que bien nos ha venido como personas esta «forzosa» huida del pais al que ahora amamos más que nunca… Muchas gracias por dejarnos pasar este ratito contigo!
Quién nos iba a decir hace unos años dónde íbamos a acabar ahora..
Felicidades por el aniversario de tu Blog.
Te sigo en tus viajes. Siempre he pensado que cada viaje es la búsqueda de nuevos horizontes de conocimiento y solidaridad.
Cuando me duele España, disminuida por algún error cometido, me alienta considerar que el mayor acontecimiento después de «La Creación del Mundo» nos pertenece. Nuestra hazaña transoceánica no tiene parangón universal Descubrimos y conquistamos Un Nuevo Mundo.
Recuérdalo cuando alguien critique a España