No sé si es que los tiempos han cambiado o que una siempre tiende a rodearse de la gente que le es más afín en cada momento, pero lo cierto es que cada día descubro a más personas insatisfechas con lo que hacen día a día, que han dejado de conformarse con tener un trabajo que les permita cubrir sus gastos y buscan un lugar donde poder dar cancha libre a sus pasiones, una causa con la que sentirse identificados o un ambiente en general propicio, que les permita alcanzar la realización personal.
Muchas de estas personas, inspiradas por las cada vez más numerosas historias que aparecen a diario en diferentes blogs, libros o revistas, han decidido arriesgarse y dar grandes giros, alejándose de la comodidad conocida y segura y lanzándose al vacío sin paracaídas.
Otras han permanecido soñando sin atreverse a dar el salto, aceptando que es de locos perseguir lo sueños, porque al fin y al cabo, sueños son.
Cuantas más historias conozco, más me doy cuenta de que existen unos patrones comunes entre las personas que buscan sentirse realizadas con su trabajo. La gran mayoría se mueve entre bucles que pasan de la euforia e ilusión al empezar un nuevo proyecto, a la confrontación y el desencanto pasado un tiempo.
Deciden cambiar porque el trabajo en el que están no les permite crecer, porque se vuelve monótono y aburrido o porque no llegan a sentirse del todo identificados con lo que hacen. Y al empezar en un nuevo trabajo, como el que empieza una nueva relación, es precisamente la novedad lo que convierte todo en excitante, lo que vuelve a activar las ganas y la ilusión. New is always better (lo nuevo siempre es mejor).
Sin embargo en la mayoría de los casos, pasados unos años esa ilusión empieza a menguar de nuevo hasta que acaba desapareciendo, completando el ciclo.
En medio de esta locura, te preguntarás: ¿es posible reinventarse y alcanzar el equilibrio?
Las personas que consiguen sentirse realizadas con su trabajo
Si lees las biografías de los que más éxito han tenido en sus trabajos, verás que estas personas suelen tener dos cosas en común:
- aman lo que hacen;
- han tenido la iniciativa para luchar y abrirse el camino por su cuenta, sin dejar su suerte o su éxito a otras personas
La mayoría de los triunfadores descubren su verdadera vocación, aquello para lo que tienen buenas aptitudes y que les apasiona lo suficiente y se entregan a ella. Tienen suficiente ilusión como para trabajar en su vocación aunque el sueldo sea mínimo, suficiente como para empezar negocios desde cero y equivocarse una y otra vez y para seguir perseverando hasta que consiguen dar con la tecla de lo que funciona. No se plantean otro camino porque tienen claro lo que se les da bien y lo que quieren conseguir.
El problema aparece cuando no tienes una vocación clara, cuando hay varias cosas que se te dan bien, pero ninguna que se te dé espectacularmente, ni que te apasione lo bastante. ¿Deberías arriesgarte y salir de tu zona de confort, de tu empleo bien considerado y con sueldo fijo para perseguir un sueño que no llega a estar del todo claro?
Resulta difícil entregarse por completo a una idea arriesgada si tienes varias opciones, sobre todo si has estudiado una carrera o tienes experiencia en algún tipo de oficio demandado. La inseguridad de empezar un proyecto propio, ser perseverante y constante y no desesperarse hasta que empiece a dar resultados es demasiado alta y es fácil dejarse llevar por el pánico y rendirse antes de que nuestro esfuerzo dé frutos.
Cambiar de trabajo en estos casos, suele ser el camino más fácil para volver a experimentar la ilusión y la novedad, sin sentir el pánico ni la adrenalina del que salta al vacío. Es una forma de saltar de liana en liana, de no soltar una hasta tener la siguiente, al más puro estilo de Tarzán.
Por eso nos auto-convencemos y acabamos cambiando de trabajo una y otra vez, teniendo la esperanza de que todo vaya mejor en el siguiente.
Sin embargo, si de verdad buscas sentirte realizado a través de tu trabajo, siendo empleado siempre encontrarás reglas a las que atenerte y obstáculos que te limiten. Por bueno que sea tu trabajo, estarás condenado a depender de otras personas y tendrás que adaptarte permanentemente a cumplir sus sueños, no los tuyos propios.
¿Qué puedes hacer en este caso, si no quieres o no te puedes permitir abrazar la inseguridad, pero necesitas volver a recuperar la ilusión por tu trabajo?
La respuesta es muy sencilla: empieza a construir un proyecto propio.
Atiende tus propios negocios – La importancia de tener un proyecto propio
Después de algún tiempo oyendo hablar de él, este año me leí el libro de Padre rico Padre pobre de Robert Kiyosaki. Aunque pensaba que iba a ser un libro financiero con otro tipo de consejos y aunque ya es un poco antiguo (1997), la verdad es que me ha gustado mucho, no sólo por su contenido inspirador y las anécdotas que cuenta, sino porque describe situaciones cotidianas con las que me he sentido identificada.
Padre rico padre pobre es un relato sobre las grandes diferencias que existen entre lo que los padres de familias ricas le enseñan a sus hijos, en comparación con familias de clase media o de las clases más humildes. Aunque creo que alguno de los ejemplos son algo exagerados y demasiado optimistas, el libro explica en un lenguaje muy sencillo la importancia que tiene estar pendiente de tus finanzas personales, de atender a tus cuentas y de cambiar conceptos básicos en la creación de riqueza.
En los últimos años, nos hemos dado cuenta de que los tiempos han cambiado y que hoy en día tener una carrera, un máster o cualquier título no nos garantiza nada.
Si no somos responsables de nuestro propio trabajo o de nuestra propia riqueza, es probable que acabemos dependiendo de empleadores que quieran contratarnos o subirnos el sueldo y que tengamos que aceptar condiciones que no son las idóneas, o que nos sintamos poco valorados o poco identificados con nuestras tareas
De ahí que el consejo principal del libro sea el siguiente: atiende tus propios negocios.
Superando los miedos y lanzándose a la aventura (con paracaídas)
Cuando el año pasado dejé mi trabajo, mi principal preocupación era que no sabía lo que quería hacer con mi vida. Dedicar unos meses a explorar varias opciones, leer mucho, viajar y seguir formándome hizo que me fuera dando cuenta.
Sin embargo, aunque fue muy útil y aunque lo recomiendo como punto de inflexión en un momento de bloqueo, normalmente no podemos permitirnos repetir este tipo de experiencias a menudo si dependemos de un sueldo y de nuestro trabajo para vivir, lo que es el caso de la gran mayoría.
El año pasado tuve la inspiración para cambiar de rumbo, descubrir a lo que me quería dedicar, empezar a ganar experiencia en este campo y seguir formándome en él. Creo que para el camino que he elegido, antes de poder empezar nada por mi cuenta me vendría bien un tiempo de aprendizaje y la mejor forma de ganar éste es trabajando en aquello que te gusta.
Conseguir un trabajo como el que tengo ahora fue el principal objetivo de 2015. Pero este año no quiero entrar de nuevo en el error de acomodarme, para acabar quemándome dentro de 3-4 años porque las reglas son muy estrictas, es difícil crecer en la empresa o los proyectos que me han dado no me gustan.
Así que es vital que durante este tiempo, siga atendiendo mis propios negocios, es decir, siga teniendo algún proyecto privado que me ilusione, me haga sentirme dueña de mi propio destino e idealmente me proporcione otros medios económicos independientes.
Cuesta mucho esfuerzo trabajar ocho horas fuera de casa para llegar y seguir trabajando. Pero es posible tener disciplina y aprovechar la inercia de la rutina para sacar algunas horas extras en casa para tu proyecto. Así, tu necesidad de sentirte identificado con lo que haces se repartirá entre tu trabajo como empleado y tu trabajo por tu cuenta.
Es probable que tardes mucho más en tener resultados y que tarde o temprano tengas que dedicarle aún más tiempo y energía si quieres que tu proyecto siga creciendo y llegue a ser agotador. Pero al fin y al cabo, es lanzarse a la aventura de ganar un mayor control de tu vida; es lanzarse al vacío – pero con paracaídas. Y cultivar un proyecto propio durante el tiempo suficiente hasta que te haga sentirte realizado e incluso te permita poder vivir de él.
¿Sabías que algunos personajes célebres como Borges, Isaac Asimov o Kafka, todos trabajaban como empleados en trabajos relativamente monótonos que no tenían nada que ver con lo que escribían? Y aún así consiguieron cultivar un gran éxito. Durante años, Kafka se levantó todos los días al alba para escribir unas horas antes de ir a trabajar en una compañía de seguros, una ocupación por la que no sentía ningún interés. Aunque finalmente lo acabó dejando, estuvo más de diez años compaginando escribir y trabajar.
Por eso, si alguna vez has pensado que te gustaría dar un gran cambio, pero no te ves capaz de aguantar la inseguridad ni de asumir el gran riesgo que supone, acuérdate de cultivar tus proyectos privados. Es posible que con tiempo y dedicación, te acaben llevando a algún lugar que nunca habrías imaginado.
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¿Y tú qué opinas?
¿Has empezado ya a construir tu proyecto? ¿Crees que es posible combinarlo con un trabajo de ocho horas?
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Muy buen artículo!
muchas veces somos de los de «todo o nada» y o nos lanzamos a por un proyecto o nos conformamos con quejarnos continuamente después del trabajo sin esforzarnos por intentar trabajar en nuestras cosas. Yo llevo escribiendo a diario desde hace varios años y trabajando a la vez a jornada completa. Al principio no es fácil tener tanta disciplina, pero al cabo de un tiempo si te lo propones puedes conseguirlo. Se trata de conocer bien tus horarios y crear buenas rutinas y buenos hábitos.
Un saludo desde Alemania!
Muchas gracias Marta!
Yo sigo luchando con crearme las rutinas como tú dices. Y confieso que no está siendo nada fácil, pero cada semana voy sacando más tiempo para ocuparme de mis proyectos 😉