Hoy en día estamos acostumbrados a oír que es necesario especializarse en alguna rama de tu profesión, haciendo un máster o focalizando mucho tu experiencia laboral, para llegar a tener un perfil interesante y demandado por las empresas.
Y si bien es cierto que un especialista suele tener una mayor acogida en el mercado laboral, es posible que una persona con tendencia generalista acabe frustrándose en un puesto de trabajo que requiera la repetición necesaria para alcanzar la especialización.
Por eso, es muy importante que te conozcas a ti mismo y descubras si tienes una tendencia especialista o generalista, para así poder enfocar tus talentos a las áreas donde mejor puedas usarlos y evitarte muchas frustraciones innecesarias.
¿Especialista o generalista?
Normalmente, la mayoría de las personas no son un reflejo exacto de especialista o generalista, sino que se mueven en un rango de combinaciones entre ambos rasgos. Sin embargo, puedes obtener una buena idea del tipo de persona que eres, simplemente contestando afirmativamente a una de estas dos preguntas:
¿Tienes una tendencia al riesgo, a lo desconocido y te encanta cambiar de trabajo, ciudad o hobby cada cierto tiempo? => Probablemente tengas una tendencia predominantemente generalista
¿Eres de los que disfrutan desvelando todos los entresijos de un tema concreto, hasta que llegas al final del asunto y no paras hasta que no haya nadie que sepa más del tema que tú? => Seguramente tengas madera de especialista.
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En mi caso, encontré la respuesta a esta pregunta hace unos años, mientras viajaba sola en el TGV con destino a París.
Llevaba unos años trabajando en una nueva línea de negocio que había contribuido a instaurar en mi empresa y se me acababa de presentar un conflicto.
Aunque partir desde cero en un mercado en el que no teníamos experiencia había resultado de lo más desafiante y complicado, tras un par de años habíamos conseguido elaborar un producto estable con el que nuestros clientes estaban contentos. Como recompensa por mi trabajo, me propusieron ser encargada de la nueva línea de negocio y coordinar todos los proyectos y mejoras necesarias en este ámbito. Sin embargo, aunque durante el tiempo que había durado el “caos inicial” yo me había sentido muy inspirada y había investigado sin descanso todo lo necesario para poder elaborar un buen producto, una vez que podía relajarme un poco y empezar a recoger los frutos, empecé a sentirme sin energía y perdí la motivación.
Empezó a rondarme la idea, de que realmente el tema no era tan interesante como para dedicarme a él por completo a partir de ahora. Había otro tipo de proyectos que también me interesaban y que me habría gustado seguir haciendo.
Esto me planteaba un problema: por un lado, el trabajo que había hecho hasta ahora me resultaba atractivo porque nunca había dos días iguales y las tareas eran de lo más variadas. Otros trabajos que había tenido anteriormente me habían acabado aburriendo tras unos meses, cuando el sentimiento de novedad se esfumaba y las tareas empezaban a repetirse. Sin embargo, me había dado cuenta de que, sin un mínimo grado de especialización, resultaba prácticamente imposible hacer un trabajo que sobresaliera y que tuviera una muy buena calidad.
En aquel momento tenía varias opciones abiertas, todas igualmente apetecibles, pero ninguna que destacara por encima de las demás. Tras casi tres horas dándole vueltas a las mismas ideas e intentar decidir por cual optar, empecé a agobiarme y me di cuenta de que era incapaz de elegir una sola posibilidad, un solo camino al que dedicar todos mis esfuerzos y que me supusiera abandonar todas las oportunidades potenciales que el resto de las opciones presentaban.
En aquel momento decidí que, simplemente, no estaba hecha para ser una especialista en ninguno de esos temas en particular. Me negaba a elegir sólo una opción y pensé que seguiría dividiendo mis esfuerzos equitativamente entre todo lo que me pareciera interesante y me hiciera feliz.
El camino siempre desconocido del generalista
Aunque sabía que estaba eligiendo un camino poco convencional, unos meses después me reforcé en mi idea, cuando llegó a mis manos este artículo del Huffington Post, en el que se mencionaba la tendencia generalista como una alternativa frente a la alta especialización.
En particular, me llamó la atención la siguiente frase:
¿Es especializarse la mejor forma de emplear nuestros talentos? Por supuesto que el mundo necesita cirujanos cardiovasculares y se puede alcanzar una gran satisfacción personal y un elevado estatus social ejerciendo nuestra área de especialización. Sin embargo, el coste de especializarse demasiado puede implicar renunciar a los beneficios de ser un generalista, que nos ayudan a nutrir las diferentes caras de quienes somos y nos ofrecen la posibilidad de usar la multiplicidad de nuestros talentos.
En el artículo, se hace una reflexión sobre la hiperespecialización del mercado laboral actual, que lleva incrementando sin descanso desde la revolución industrial, momento en el que por primera vez los mercados empezaron a demandar y promover la especialización de la mano de obra como mejora de la productividad.
Frente a este concepto, se contrapone la figura de los humanistas del renacimiento, especialistas en múltiples disciplinas a la vez.
Todos conocemos a las figuras clásicas del humanismo renacentista. Genios polifacéticos como Leon Battista Alberti o Leonardo Da Vinci, destacados en una multitud de áreas creativas, que ejercían simultáneamente como pintores, escritores, músicos, arquitectos, escultores, matemáticos, inventores y filósofos, entre otras disciplinas.
Si ellos habían sido capaces destacar en tantas ramas tan distintas, entonces es que era posible – pensé.
Sin embargo, aunque me sentí aliviada al leer que es posible no tener que elegir una única opción, entre el mar de posibilidades que nos ofrece la vida, y aunque Leonardo sea desde siempre mi genio favorito, lo cierto es que la mayoría de las personas contemporáneas que admiro y que han conseguido llegar lejos, son grandes especialistas. Grandes especialistas que atribuyen sus logros precisamente a su devoción por un tema particular y una gran perseverancia en la consecución de sus objetivos.
El sentido común de la especialización
Bastó una sola mirada a esta imagen del libro Esencialismo de Greg McKeown, para confirmar mi suposición de que una cierta dosis de especialización es necesaria.
La imagen refleja el hecho de que, cuando invertimos nuestra energía en una multitud de actividades al mismo tiempo, obtenemos un milímetro de progreso en un millón de direcciones distintas. Por el contrario, al invertir nuestra energía en una única actividad, podemos obtener un progreso significativo. Es lo que McKeown sintetiza mediante la ley: menos, pero mejor.
Las personas generalistas, tendemos a vernos reflejadas habitualmente en la imagen de la izquierda. Aunque invirtamos meses trabajando, conseguir resultados visibles suele ser más complicado que las personas que pueden abandonar todo el resto de posibles elecciones y posibilidades y elegir una única actividad.
Esta idea defiende el concepto de especialista – o esencialista – como única forma de alcanzar buenos resultados y tener éxito.
Y puede que tenga razón y que éste sea el planteamiento más común para triunfar.
Estoy de acuerdo en que es necesario eliminar las opciones superfluas que nos desvían de nuestros objetivos y centrarnos en una serie de tareas concretas bien elegidas. Sin embargo, forzar a una persona con inquietudes generalistas a ajustarse a un molde especializado, es la vía más rápida para que acabe sintiéndose frustrada y sin motivación por el trabajo que realiza y que acabe optando por otros tipos de empleo, donde la repetición de tareas no sea tan usual y donde el margen para nuevas áreas de actividad y para un mayor crecimiento personal se permita.
La solución: el generalista especializado
Si has llegado hasta aquí y te has sentido identificado con el modelo de persona generalista, es posible que suelas tener muchas ideas novedosas sobre posibles ocupaciones en tu trabajo o en tu tiempo libre y que te cueste elegir en qué acabar invirtiendo tu tiempo y a qué ideas renunciar.
Éste es el gran problema al que los generalistas se suelen enfrentar: no son capaces de renunciar a nada y acaban abarcando demasiado. Por ello, aunque tengas este tipo de inquietud, es necesario que resistas la tentación de perseguir absolutamente todas las posibilidades y elijas con buen criterio una serie de oportunidades que explorar.
Derek Sivers, empresario, escritor y músico, ha sintetizado su forma de tomar decisiones en una frase: No more yes. It’s either HELL YEAH! Or no (creo que la traducción está clara, pero por si acaso, viene a decir algo como “no más decir simplemente que sí. O es un ¡a por todas!, o es un no”).
La aplicación directa a la forma de tomar decisiones de un generalista, consiste en renunciar a todas las oportunidades que no consigan emocionarte por dentro. La moraleja es: si tienes que pensarlo durante mucho tiempo, es que no estás demasiado motivado y es mejor que lo dejes ir.
Está claro que en mi viaje a París, ninguna de las opciones era una HELL YEAH! y por eso no era capaz de decantarme por ninguna en particular. Sin embargo, cuando decidí empezar este Blog lo vi clarísimo y dediqué un par de meses completos a hacer cursos sobre Blogging y a aprender cómo funciona el mundo bloguero (y sigo en ello). Seguir estos impulsos que te causan emoción, es la forma que un generalista tiene de conseguir lo que quiere. Aunque suponga renunciar a otras muchas posibles alternativas.
Entonces, ¿se puede tener éxito siendo generalista?
Aunque es cierto que el perfil triunfador que mejor conocemos es el de personas muy especializadas en el trabajo que desempeñan, se requieren de los dos tipos de personas, es decir generalistas y especialistas, para que una actividad llegue a tener una repercusión importante. Un especialista puede ser muy bueno en una cierta área y ser capaz de desarrollar un producto original, pero necesariamente tendrá que asociarse con otro tipo de personas interesadas en diferentes temas, como las ventas, el marketing o la gestión, para que su empresa funcione y su producto llegue a las personas.
Paul Allen, el cofundador de Microsoft, declaró que sentía admiración por la capacidad que Bill Gates tenía para sentarse a programar y permanecer días y días delante del mismo producto. Él, por su parte, era incapaz de permanecer tantas horas haciendo lo mismo, porque se sentía muy interesado por diferentes ramas, además de la programación. De hecho se define a sí mismo como inventor, informático teórico, productor de cine, ingeniero, músico y emprendedor. Sin embargo, se requirieron de las habilidades de las dos personas en conjunto para convertir Microsoft en el monstruo empresarial que es hoy en día.
Concluyendo, lo cierto es que con el tiempo voy asumiendo que no voy a encontrar esa única área específica que me encante y a la que pueda dedicar todas mis energías y mi tiempo. Me he dado cuenta, de que hay personas que pueden permanecer en el mismo puesto de trabajo durante toda su vida, disfrutando al ver que cada día son mejores en lo que hacen. Y hay otras personas que necesitan dar cancha libre a su creatividad y satisfacer sus inquietudes, aunque esto implique no poder llegar a ser el mejor en una sola disciplina.
Por eso, si crees que no tienes una vocación demasiado pronunciada y que tiendes a frustrarte en trabajos repetitivos, no desesperes. Piensa que hay otras formas de emplear tus talentos, sin que esto suponga renunciar a otros intereses y que es posible que te sientas más realizado si descubres cómo.
Los genios abren caminos que los especialistas se encargan de roturar para que la generalidad podamos transitar por ellos
Hola María, gracias por tu comentario.
Con generalista no quería referirme a la “generalidad”, sino a personas con una orientación laboral generalista, es decir, que se sienten atraídas por muchas y variadas disciplinas y no sólo por una en concreto, que sería la definición de especialista. De hecho, estas personas suelen ser incansables en su aprendizaje y tienden a la excelencia en todo lo que hacen.
Sin embargo, normalmente a un generalista no se le conoce por la excelencia de sus “múltiples talentos” hasta que no ha triunfado en varios de ellos. Hasta entonces cada éxito puede verse como el de una persona especializada en ese tema en concreto.
Me ha gustado mucho el post. Yo entro en el grupo generalista.
En el mundo en el que vivimos ahora mismo si no tienes un máster en «las horas de sol en las que los rayos inciden 46º sobre la superficie de la tierra» parece que no vas a encontrar un trabajo que te lleve a la cima de tu carrera.
Empecé un máster hace unos años que me gustaba e interesaba bastante. Antes de terminarlo me vine a Alemania. Nunca fue un impedimento para rechazar la oportunidad de cambiar de país. No me arrepiento, ya que no me veo siempre trabajando en un área determinada.
Veo tanto pros y como contras en cada uno de los perfiles, como tú bien has dicho. En mi opinión todo generalista debería de ser algo especialista y todo especialista algo generalista.
Me sorprendió una vez que un compañero de trabajo me dijo: «Es que si no hago esto, no sé hacer otra cosa». Me hizo pensar, porque yo me veo capaz de trabajar en diferentes áreas, sin tener que ser muy específicas.
un abrazo,
Flavia
Como bien dices, hay personas que tienen claro que van a especializarse en un tema, porque tienen una vocación muy pronunciada o es lo único que se les da bien. En ese caso es fácil verlo claro y lanzarse a perseguir una especialidad.
Por otra parte, las personas que tienen muchas inquietudes distintas lo tienen algo más complicado, porque si bien como dices es necesario especializarse en algún tema y elegir un camino para poder avanzar, estas personas tienen mucho más complicado renunciar otras posibilidades que es probable que también disfruten y se les dén bien.
Respecto a tu master, está claro que a la hora de la verdad uno siempre tiene la posibilidad de elegir, pero es verdad que no todas las personas tienen el mismo valor que tú tuviste al dejar el master y se sienten más encadenados por las circunstancias que ellos mismos han elegido.
Un abrazo y suerte en tu camino
Wowwwwwwwwwwww llevo media vida pensando que soy una descentrada. Bueno, en el fondo es lo que me han hecho creer los que me conocen «no te centras en nada», «no puedes ser tantas cosas», «por qué no te centras en algo concreto», «cuándo vas a dejar de formarte»…
El otro día acudí al curso de emprendimiento de Google Actívate y allí contó su experiencia un emprendedor. Por primera vez escuché hablar de lo que era un «generalista» ¡eureka! No dudé en twittear diciéndole que me sentía muy identificada, los 140 caracteres no me daban mucho para explicar la sensación de alivio y alegría que sentí al comprobar que no me pasa nada, que no tengo ninguna patología y que muchas personas son generalistas.
La incesante curiosidad que me invade siempre me hizo encontrar este estupendo post ¡gracias Estela! Me ha encantado leerte. Nunca más me avergonzaré al decir que hago esto y aquello esperando la típica pregunta «cuándo te vas a centrar». Ahora levantaré mi cabeza y diré «¡Sí! Soy generalista y nunca dejaré de serlo».
¡Gracias!
Hola Leila!!
Muchas gracias por tu comentario :). Hay muchos grandes empresarios que son generalistas; lo importante es saber centrarse en las cosas que te interesen el tiempo suficiente para que puedas recoger algunos resultados.
Un abrazo, Estela
Hola Leila, en qué curso de Google Activare lo viste?.
Saludos Estela, me encantó tu post.