Querer agradar a todos te impedirá avanzar en tu propio camino
En un mundo en el que poco a poco los regímenes autoritarios han ido dando paso a la democracia y en el que predominan las leyes de libre mercado, resulta bastante normal querer aspirar a la aceptación general.
Es difícil venderle a un gran número de personas una idea que no comparten o un producto que no les resulta atractivo. Pero lo que funciona en la política o en los mercados no necesariamente tiene que funcionar en nuestra vida.
Sentirse apoyado siempre resulta gratificante. Es fácil discutir con alguien sobre un asunto en el que ambas personas tienen una opinión similar. Pero se requiere de valor para lanzarse a hacer algo que los demás no aprueban o que tachan de locura. Y sin embargo, muchas personas que han logrado algo que merezca la pena han empezado inspirados por su propia motivación y su creencia en sí mismos.
¿Por qué tendemos a buscar la aceptación de los demás?
Es posible que estés inseguro ante una decisión que tienes que tomar e intentes buscar que otras personas te confirmen que es una buena idea. Esta inseguridad suele aparecer cuando te propones hacer algo por primera vez o cuando tienes que tomar una decisión incómoda, en la que ninguna de las posibles opciones te resulta del todo convincente y tienes miedo de equivocarte.
Intentando que los demás apoyen tu idea y te den seguridad, trasladas una parte de la responsabilidad de tus hombros a los suyos. Si al final resultas equivocándote, es muy posible que acabes culpando mentalmente a la persona que te dio su opinión, evadiendo así tomar al completo la responsabilidad de tu error. Es el caso en el que una persona intenta ayudar a otra y al final se encuentra con reproches del tipo: “pero si tú me dijiste que…”
Por otra parte, también puede ser que una persona sienta la necesidad de agradar a todos los que le rodean, demostrándoles que habla, piensa y actúa como ellos. Esta necesidad puede aparecer en personas que tienen una baja autoestima y piensan que la opinión de los demás es más importante que la suya propia.
En cualquier caso, esto es un error que te impedirá vivir la vida de la forma que tú quieres, ya que sólo tú eres el responsable de todas tus acciones y el dueño de tu destino y serás tú el único que tenga que sufrir las consecuencias de lo que elijas, sin importar lo que los demás hayan podido decir.
Buscar la aceptación de los demás en cada paso de tu camino nunca te llevará más lejos de donde estás ahora mismo.
Es importante aprender a dejarse llevar por la intuición y hacer lo que uno considera correcto. Esto no quiere decir que no se deba seguir aprendiendo siempre o que uno no se pueda beneficiar de la experiencia de otras personas, todo lo contrario. Las personas que nos rodean y sobre todo las más cercanas y las que se mueven en el mismo entorno personal o profesional, pueden darte consejos muy valiosos que te ayuden a ver las cosas con mayor claridad. Pero a la hora de tomar una decisión, es importante que tengas el valor para apostar en lo que crees. Aunque los demás no crean en ello.
¿Por qué iban hacerlo? Nadie salvo tú mismo sabe lo que pasa exactamente por tu cabeza
Ya resulta lo suficientemente difícil hacer realidad una idea empezando de cero, aunque se tenga una visión clara de lo que se quiere conseguir. ¿Cómo podrían otras personas apoyarte en un camino que no conocen y que llega a un objetivo que no acaban de entender?
Además, ¿nunca te ha pasado que has tenido una intuición, que en tu cabeza está clara, pero que no has sabido explicar exactamente con palabras? Puede que tú sepas lo que quieres conseguir pero que no sepas transmitir el concepto de una forma coherente, porque la idea todavía no está del todo madura. Y al comentarla con otra persona corres el riesgo de que simplemente no te entienda bien, no se pueda imaginar lo que piensas y acabe concluyendo que no merece la pena. Ésta es la vía más rápida de que pierdas la ilusión antes de empezar.
Otro error que se suele cometer, es el de consultar un asunto a muchas personas diferentes. Al final, si todos te dan su opinión, acabarás teniendo varias visiones contradictorias, razonadas con sus ventajas e inconvenientes. ¿Y en este caso, qué consejo seguir? Seguramente acabes más confundido de lo que estabas, ya que cada persona a la que le preguntes te dirá su percepción subjetiva basándose en los aspectos que ella considere importantes. En estos momentos es en los que debes parar y seguir tu propia intuición.
Una amiga mía cortó con su novio y pasó por una mala racha que duró algunos meses. Durante este tiempo, dudó varias veces acerca de volver con él y buscó la opinión de sus amigas cercanas. Pero daba igual lo que dijeras, porque ella siempre replicaba que otra persona le había dado el consejo contrario y que ahora no sabía qué iba a hacer.
¿Crees que en esta situación nuestros consejos le sirvieron de alguna ayuda?
Porque yo creo que más que ayudar, le confundieron aún más.
La opinión de los demás puede ayudarte en momentos en los que necesites orientación o estés dudando entre varias opciones concretas. Sobre todo si la persona a la que le preguntas tiene experiencia en un tema del que pueda compartir su visión de un modo que te ayude a despejar tus dudas.
Una persona te dará su opinión sobre cómo sería su forma de actuar. Y aunque pueda parecerte buena idea, corres el peligro de acabar cambiando tu forma de pensar y de olvidar tu estilo propio para copiar el de otro. Esto puede llevarte en un momento de duda a bloquearte, a no saber seguir adelante del modo en el que normalmente actuarías y a despedirte de la idea de crear algo genuinamente original.
Por ejemplo, hoy en día se confía mucho en los estudios de mercado y se analiza bien el potencial de una idea y la acogida que tendrá antes de desarrollarla, para descartar posibles fracasos antes de que ocurran. Pero incluso en este ámbito tan competitivo hay que ser valiente y apostar por las ideas propias, aunque no haya un resultado predecible de antemano.
Como dice la famosa cita atribuida a Henry Ford: “si le hubiera preguntado a la gente lo que quería, me habrían dicho que caballos más rápidos”
Por eso, ten en cuenta que al final, lo que verdaderamente importa es lo que tú consideres correcto y tu forma individual y original de resolver los problemas.
Buen artículo con muchas certezas. A mi viene la pregunta de si uno es por su naturaleza una persona que toma decisiones mas por pensar e analizar que por intención ya llega al punto de tener varias opciones con diferentes resultados. Yo tengo muchísimos problemas con decisiones, sean cosas importantes o no. Siempre pienso en todos los ventajas y desventajas y al final las dos siempre son igual de favorables o desfavorables y me pierdo. Intento preguntar a varias personas para escuchar diferentes opciones y tal vez tener otros puntos de vista pero al final tomare la decision yo aunque todavia no convencido… al final pienso siempre que me hubiera podido ahorrar todo el tiempo de tanto pensar si luego tomo la decision ciego y sin estar convencida de ella.
Hola Cristoph,
como dices, muchas personas ni siquiera necesitan preguntar a nadie, sino que analizan cada pequeña situación tan exhaustivamente, valorando toas las ventajas y desventajas, que acaban llegando al mismo punto y se bloquean antes de tomar una decisión. Te recomiendo que te leas estos artículos: canalizar las preocupaciones y vencer el miedo al fracaso. En ellos hablo precisamente de este tema y cómo, una vez dedicado un tiempo razonable a meditar sobre un asunto, es necesario obligarse a tomar una decisión y ser consecuente con ella, asumiendo que ya verás en el futuro si te has equivocado o no.
Agobiarse antes de tomar una decisión para acabar bloqueándote y eligiendo algo sin estar convencido sólo hará que dediques muchas horas de tu vida a preocuparte. Te animo a que lo intentes y cuando veas que entras en esos ciclos, te recuerdes a ti mismo que tienes que pasar a la acción.
Un abrazo, Estela