Seguro que en algún momento de tu vida, sobre todo durante la niñez, has tenido la tentación de empezar a escribir un diario.
Ya sea porque te regalaron un cuaderno con la palabra Diario en su portada y querías estrenarlo, o porque tus amigos del colegio también lo hacían, es posible que te vieras escribiendo en la primera página querido diario… y empezaras a relatar tus aventuras del día a día. Hasta que, tan rápidamente como empezaste, dejaste de hacerlo.
En mi caso, tenía catorce años cuando empecé a escribir mi primer diario. Me había peleado con una amiga en clase y necesitaba contarle a alguien los argumentos de por qué pensaba que yo tenía razón. Y lo que empezó como una actividad espontánea, se convirtió poco a poco en un hábito que he seguido manteniendo durante todos estos años.
Durante este tiempo, mi estilo y las cosas que he escrito han ido evolucionando. Al principio escribía lo que me pasaba día a día en el colegio. Después empecé a escribir sólo en ocasiones especiales, añadiendo fotos y recuerdos de los momentos que quería conservar en la memoria.
Pero por mucho que nos guste ver los recuerdos, estos motivos no bastan para mantener la rutina de escribir a largo plazo. Se necesita más. Así que un día se me ocurrió dejar de escribir sobre las cosas que pasaban y empezar a escribir sobre mis pensamientos y sentimientos más profundos, las cosas que no podía contar a nadie más pero que necesitaba expresar y compartir.
Y aunque llevo desde que era pequeña escribiendo de forma más o menos regular, no fue hasta ese momento, después de varios años, que me di cuenta de que escribir un diario no sólo servía para conservar recuerdos, sino que era una excelente terapia personal.
Desde entonces, cuando he tenido un problema, una gran alegría o una gran decepción o cuando he tenido que tomar una decisión importante pero no era capaz de ordenar la tormenta de pensamientos de mi cabeza, tomarme un tiempo para escribir y aclarar mis ideas siempre ha sido de gran ayuda.
Escribir un diario no sólo me ha permitido recordar momentos que de otro modo habrían desaparecido de mi memoria y me ha ayudado a pensar con mayor claridad; también me ha ayudado a conocerme mejor a mí misma y tener conciencia de quién soy realmente.
Mirando atrás, los momentos en los que más perdida me he sentido en mi vida, han coincidido con fases en las que por falta de tiempo o ganas, abandonaba el hábito de escribir y consultar conmigo misma las decisiones importantes.
Y aunque no siempre es fácil ser constante, ahora que soy consciente de las muchas consecuencias positivas que escribir tiene en mi vida, me resulta más sencillo mantener la continuidad y encontrar una respuesta a la pregunta de ¿por qué debería seguir haciéndolo?
Si como la gran mayoría de personas, tú también empezaste a escribir y lo dejaste al poco tiempo de empezar, o ni siquiera llegaste a intentarlo, déjame contarte por qué deberías darle una oportunidad.
¿Qué ventajas tiene escribir un diario?
1. Te permite conocerte mejor a ti mismo
A diferencia de una conversación con alguien conocido, escribir es una forma de expresar lo que verdaderamente piensas, sin tener que suavizar tu opinión por miedo a ser juzgado o a causar una mala impresión. Es una forma de sacar tu verdadero yo ahí fuera.
Aunque empieces escribiendo algo trivial, sin ganas de profundizar o trascender demasiado, si no eres demasiado estricto contigo mismo y dejas fluir lo que llevas dentro, acabarás descubriendo ideas que rondaban en tu cabeza, pero que no habías sabido expresar o canalizar hasta ahora.
A mí a menudo me ocurre que me siento a escribir sobre una idea concreta, pero me acabo sorprendiendo con el resultado final; tanto que a veces no sé si soy yo la que he intento dar salida a los pensamientos de mi cabeza, o si son ellos los que se abren camino para salir al exterior.
Además, aunque no es necesario, releer tus pensamientos o las reflexiones que hiciste en un momento concreto antes de tomar una decisión, hacerlo te ayudará a que entiendas mejor tus prioridades y las cosas que valoras realmente; algo que parece evidente pero que en el día a día puede no estar tan claro.
2. Ganas claridad mental
Escribir es una forma más ordenada de pensar.
Las preocupaciones y los problemas que te agobian se encuentran de forma desordenada en tu cabeza, ocupando un espacio mucho más amplio de lo que deberían, mezclándose unos con otros y repitiéndose continuamente sin dejar que pienses con claridad.
No hay como empezar a escribir sobre ellos, para darse cuenta de la importancia que tienen realmente y de cómo debes encaminar tus acciones.
3. Te ayuda a desahogarte
Aunque han pasado muchos años, recuerdo con claridad el momento en el que decidí empezar a escribir un diario (supongo que en parte, porque quedó escrito).
Después de discutir con mi amiga, volví a casa del colegio. Me sentía enfadada y triste y decidí estrenar uno de esos cuadernos que me habían regalado en mi cumpleaños y que había amontonado en un rincón, para escribir sobre las razones de mi enfado. Y cuando terminé, me di cuenta de que la mayor parte del enfado había pasado y que me sentía mucho mejor. En realidad el motivo de la pelea no era tan importante.
Para sentirnos mejor, muchas veces sólo necesitamos alguien que nos escuche, aunque no haga ningún comentario.
Desde entonces recurro a escribir cuando estoy agobiada, enfadada o triste por algo. Escribir lo que verdaderamente pienso y dejar aflorar mis sentimientos de forma libre, sin que nadie me juzgue, siempre ha sido una medicina milagrosa.
4. Es una forma de meditar
A menudo recibo Emails de personas que querrían vivir una vida más consciente y aprender a reflexionar con más frecuencia sobre sus vidas, pero que después no encuentran el momento, se distraen si intentan meditar o despejar la mente, o no son capaces de mantener una continuidad.
En mi opinión, escribir un diario es una iniciación excelente a la meditación, que requiere a la vez de una participación muy activa de la persona, por lo que es más fácil concentrarse y no distraerse tanto.
¿Llevas un tiempo queriendo empezar a meditar y no eres capaz?
Pues cómprate un cuaderno y dedica un par de días por semana a escribir, al menos durante media hora, lo primero que se te pase por la cabeza. Ya verás cómo te ayuda.
5. Mejoras la forma de expresarte
Como en cualquier otra habilidad, “la práctica hace al maestro”.
Si escribes a menudo, acabarás haciéndolo con mayor facilidad, no sólo en la privacidad de tu diario personal, sino también en cualquier otra cosa que tengas que escribir. Lo importante es empezar y la evolución se irá dando automáticamente.
6. Te ayuda a conservar tus recuerdos
Aunque a muchas personas no les gusta volver a leer lo que escribieron en algún momento, sobre todo si escriben con el objetivo de desahogarse, ojear de vez en cuando diarios antiguos es una experiencia fascinante.
Hay algunos momentos que nos marcan de forma especial. Al escribir sobre ellos, volvemos a recordarlos con claridad, como si los hubiéramos vivido hace poco, aunque hayan pasado años. Es como ver una película de tu propia vida, que va más allá de las fotografías y de los vídeos que pudiste grabar, porque refleja un estado personal, que nadie más que tú conoce de verdad.
Además, leer sobre esos momentos, te ayuda a recordar que la vida es más larga de lo que crees y que has vivido muchas más experiencias de las que puedes recordar.
A mí siempre me parece increíble lo rápido que se olvida todo; incluso momentos que pensaba que me acompañarían para siempre en la memoria, tienden a desvanecerse o difuminarse con el tiempo. Pero no se necesita más que un estímulo para recordar que existieron y recordar cómo te sentiste durante aquel momento.
En conclusión…
Actualmente, en las raras ocasiones en las que vuelvo a releer lo que escribí hace años, siempre me sorprendo de mis propias palabras. Me sorprende ver la madurez que tenía con 18 años, cuando escribí algunas reflexiones profundas sobre lo que me preocupaba. O leer sobre experiencias que viví intensamente y que ya apenas recuerdo.
A lo largo de nuestra vida, tenemos la sensación de que estamos en constante cambio y evolución. Esto es cierto, pero sólo hasta cierto punto.
Pensamos que antes éramos más jóvenes e ingenuos, que ahora tenemos mucha más experiencia de la vida y que nuestras decisiones son más inteligentes y maduras. Al menos yo nunca he dejado de sentirme más adulta, con cada año que pasa.
Sin embargo, cuando vuelvo a leer lo que escribí hace años, me doy cuenta de que apenas he pulido ligeramente mi forma de ser. Que he pasado por diferentes fases, por ciclos influenciados por experiencias concretas que han desencadenado ciertas reacciones por mi parte; ciclos que se han repetido en el tiempo. Pero que la esencia de quien soy, es muy parecida a la esencia de quién he sido siempre y que las cosas que me preocupan – de verdad – ahora, se parecen mucho a las que me preocupaban hace quince años.
Releo fragmentos de momentos, que podrían haber pasado hace meses en lugar de hace años. Palabras que podía haber escrito ayer, porque reflejan exactamente los mismos sentimientos que sigo llevando dentro.
Y me sorprende pensar, que quizá nuestra esencia no cambia tanto como creemos. Y que sólo la memoria y las distintas experiencias que vamos viviendo, se encargan de darnos este sentimiento de falso movimiento, que no nos aleja tanto como creemos de quienes somos realmente.
Y momentos mágicos como éste, me animan a seguir escribiendo.
***
¡Ahora es tu turno!
¿Has intentado escribir alguna vez en la vida pero abandonaste por falta de propósito? ¿Quieres compartir con nosotros tus motivos para escribir un diario? ¡Estoy deseando escucharte!
Un diario es un espejo del alma.
Los antiguos le atribuían la propiedad de renacer.
Da gusto leerte
Hola Estela, gracias por este artículo.
Yo he intentado alguna vez que otra llevar un diario, pero no consigo cogerle el truquillo, siempre me acabo sintiendo ridícula y lo acabo dejando.
¿Hay algún consejo que pueda servir para cuando se quiere empezar pero no se tiene experiencia?
Gracias!
Hola Buenaventura,
hay varios consejos que podrías seguir (de hecho creo que más adelante escribiré un post sobre ello), pero por ahora el más importante que te daría es que empieces hoy y sin obligarte a escribir sobre un tema concreto.
Hay un truco que a mí me gusta mucho y que me sirve para desbloquearme un poco cuando no estoy nada inspirada, que es el truco de las tres páginas: consiste en sentarse delante del cuaderno y obligarse a escribir 3 carillas sobre lo primero que te pase por la cabeza. Aunque al principio parezca que es muy forzado y te sientas un poco ridícula, conforme vas avanzando siempre acaba apareciendo un tema que merece la pena y los resultados son sorprendentes.
Prueba a ver si te da resultado y nos comentas los resultados.
Un abrazo,
Estela
Hola, yo también tengo un blog parecido. Me gusta mucho como escribes, sigue así! Saludos 🙂
Enhorabuena por el post!. Es muy buen consejo sugerir empezar a escribir un diario íntimo, Si yo tuviera tanto arte para escribir como tu escribiría un post parecido, pero soy programador. Junto a un pequeño equipo, con ganas de cambiar el mundo, hemos desarrollado un diario personal online. Seguro, encriptado y gratuito. Te invito, y a los demás lectores, a que lo uséis y lo disfrutéis. Lo tendréis siempre a mano. Se llama mentalpage.com . Gracias Estela.
Gracias por el apunte! Estela
Pues si,recuerdo que en varias ocasiones me lo propuse cuando era una niña pero como también bien dices al igual que empezó acabó porque dejaba de escribir … En hoy en día no tengo pensado nada ya que dentro de las circunstancias en las que estoy,ahora que puedo quiero dedicarme al blog y a algunas otras cosas fuera de esto en mi tiempo libre 🙂 Buen post
Gracias!! Y bueno, al final si llevas un Blog en cierto modo es como llevar un diario 😉
Ni os imagináis de lo que es capaz la mente. Comencé a escribir lo que sentía mi alma cuando murió mi esposo. De eso hace quince años. Llené toda una libreta con formato de libro. Nunca he sentido la necesidad de releerlo. No me sentía predispuesta a ello, y ahí sigue guardado en el armario. Vinieron otras experiencias y sigo sin parar de escribir, hasta tal punto, que habiendo pasado una muy mala experiencia hospitalaria con el Covid-19 me disparé a escribir de todo lo que pasaba por mi mente, tan es así, que he acabado por editar para mi entorno un pequeño librito evitando entrar en escabrosisades innecesarias.